martes, 8 de marzo de 2016

Cristal Eyes



Era una fría y triste noche de invierno. Estaba en un país extraño, muy lejos de casa. Había ido por un viaje de negocios, que no resultó como esperaba. Así que con los últimos pesos que me quedaban, pasé por una taberna. No había ninguna indicación al frente, sólo una tenue luz y una puerta redondeada. Algo me dijo que tenía que entrar, y entré. El frío calaba mis huesos y estaba congelada. Un buen whisky iba a ser un aplacante remedio. Así que pedí uno y luego otro, pero al ver que el dinero se estaba acabando, decidí pedir los tragos más baratos, y de menor calidad. Comencé a pensar en mi mala fortuna, y en lo embustera que había sido la vida conmigo. Empecé a verla en un flash-back, retomando puntos y analizando posibilidades, acerca de haber tomado tal o cual decisión. “Si hubiera elegido exactamente la otra posibilidad, sería una persona exitosa en este momento...” y así. Reprochándome, con una angustia importante, pensando que ya nada tenía sentido. 

Así que pagué mi último trago y me dispuse a ver a la bailarina que hacía malabares en el caño adelante, en el escenario. Se montaba, elongaba y desdoblaba y a mí me parecía que no tenía huesos, que era una serpiente. Esa imagen me horrorizó pero a la vez me sacó una risa idiota. 
Y en toda mi locura y mi delirio veo a alguien avanzar hacia mí, sigilosamente, entre las mesas. 
Desenfoco la vista del escenario y te veo venir hacia mí. Me apoyás las manos en los hombros, con una actitud abierta y amistosa. Me mirás a los ojos, me sonreís con ellos y con tu sonrisa hermosa, me musitás algo al oído y me das un beso, y seguís caminando, entre las mesas, hasta salir afuera.
Me quedo inmóvil unos segundos, sin respiración. Atino a agarrar mi abrigo y a salir afuera...abro al puerta y miro para ambos lados, comienzo a correr entre las calles vacías...y nada.

Me dirigí a la terminal en busca del avión que me llevaría a casa. Subí, me senté en el asiento y esa noche soñé con los ojos más lindos que vi en mi vida.