sábado, 11 de junio de 2016

Te prefiero igual, internacional

ROCAMBOLE. El genio iconoclasta detrás de uno de los símbolos más emblemáticos de la contracultura nacional.
(Por Lisa Lain)
Ricardo Cohen se planta frente al escenario y comienza, cual paciente relojero, a revelar los secretos tras una de las imágenes más replicadas, tatuadas y grafiteadas de la historia local: un esclavo en pleno grito de libertad.
"Estaba en Buenos Aires y justo me llega el encargo de hacer un flyer para el Sí de Clarín sobre un recital de Los Redondos. Faltaban sólo horas para cerrar y yo no disponía de mi taller y mis pinturas de La Plata. Así que fui a un kiosko, compré una cartulina negra y algunos materiales y me dispuse hacer el trabajo. Fue la gráfica que quizás, por las razones expuestas, le puse menos tiempo y atención. Y paradójicamente, la que más pegó en el público. Así nació el mito!"


El artista cuenta sobre las señales que usamos a diario, las pantallas que comandan nuestras vidas de forma sutil y que nos convierten en analfabetos visuales. Además hace hincapié en la forma de educar en las escuelas, donde nadie se horroriza porque los alumnos no sepan dibujar, pero sí lo hacen si no aprueban matemática o lengua.



Soñador, cálido y con una mente llena de imágenes, decide compartir con el público sus secretos del taller, con música de fondo de Los Redondos, clásicos que nos remiten indefectiblemente a décadas pasadas, y nos dejan hipnotizados y con la esperanza de que, aun hoy, la revolución es posible, quizás desde el lugar de cada uno, desde el cambio que cada uno pueda aportar.

martes, 8 de marzo de 2016

Cristal Eyes



Era una fría y triste noche de invierno. Estaba en un país extraño, muy lejos de casa. Había ido por un viaje de negocios, que no resultó como esperaba. Así que con los últimos pesos que me quedaban, pasé por una taberna. No había ninguna indicación al frente, sólo una tenue luz y una puerta redondeada. Algo me dijo que tenía que entrar, y entré. El frío calaba mis huesos y estaba congelada. Un buen whisky iba a ser un aplacante remedio. Así que pedí uno y luego otro, pero al ver que el dinero se estaba acabando, decidí pedir los tragos más baratos, y de menor calidad. Comencé a pensar en mi mala fortuna, y en lo embustera que había sido la vida conmigo. Empecé a verla en un flash-back, retomando puntos y analizando posibilidades, acerca de haber tomado tal o cual decisión. “Si hubiera elegido exactamente la otra posibilidad, sería una persona exitosa en este momento...” y así. Reprochándome, con una angustia importante, pensando que ya nada tenía sentido. 

Así que pagué mi último trago y me dispuse a ver a la bailarina que hacía malabares en el caño adelante, en el escenario. Se montaba, elongaba y desdoblaba y a mí me parecía que no tenía huesos, que era una serpiente. Esa imagen me horrorizó pero a la vez me sacó una risa idiota. 
Y en toda mi locura y mi delirio veo a alguien avanzar hacia mí, sigilosamente, entre las mesas. 
Desenfoco la vista del escenario y te veo venir hacia mí. Me apoyás las manos en los hombros, con una actitud abierta y amistosa. Me mirás a los ojos, me sonreís con ellos y con tu sonrisa hermosa, me musitás algo al oído y me das un beso, y seguís caminando, entre las mesas, hasta salir afuera.
Me quedo inmóvil unos segundos, sin respiración. Atino a agarrar mi abrigo y a salir afuera...abro al puerta y miro para ambos lados, comienzo a correr entre las calles vacías...y nada.

Me dirigí a la terminal en busca del avión que me llevaría a casa. Subí, me senté en el asiento y esa noche soñé con los ojos más lindos que vi en mi vida.